UN SIGNO SAGRADO
Desde hace muchos siglos, la cruz y la medalla de San Benito han sido muy
difundidas aun más allá de los círculos más comprometidos con la fe de la
Iglesia. La medalla de San Benito es un sacramental reconocido por la Iglesia
con gran poder de exorcismo. Como todo sacramental, su poder está no en sí
misma sino en Cristo, quien lo otorga y en la fe y la fervorosa disposición de
quien usa la medalla.
Además, quienes a la hora de la muerte lleven la medalla de San Benito o el
crucifijo con esta última, serán protegidos siempre que se encomienden al
Padre, se confiesen y reciban la comunión o al menos invoquen el nombre de
Jesús con profundo arrepentimiento. El Crucifijo de la Buena Muerte y la
Medalla de San Benito han sido reconocidos por la Iglesia como una ayuda para
el cristiano frente a la tentación, el peligro, el mal, y principalmente en la
hora de la muerte, y la misma Iglesia le ha conferido también al Crucifijo con
la Medalla la Indulgencia Plenaria. Esta cruz también ayuda a los enfermos para
unir sus sufrimientos a los de Nuestro Salvador.
LOS SÍMBOLOS DE LA MEDALLA - CRUZ DE SAN BENITO
La medalla presenta, por un lado, la imagen del Santo Patriarca, y por el otro,
una cruz, y en ella y a su alrededor, las letras iniciales de una oración o
exorcismo, que dice así (en latín y en castellano):
Crux Sancti Patris Benedicti
Cruz del Santo Padre Benito
Crux Sacra Sit Mihi Lux
Mi luz sea la cruz santa
Non Draco Sit Mihi Dux
No sea el demonio mi guía
Vade Retro Satana
¡Apártate, Satanás!
Numquam Suade Mibi Vana
No sugieras cosas vanas
Sunt Mala Quae Libas
Pues maldad es lo que brindas
Ipse Venena Bibas
Bebe tú mismo el veneno.
Como se puede apreciar por las iniciales distribuidas en la cruz, a ésta el
texto de la plegaria la acompaña siempre, y a la vez es una ayuda para la
recitación de la misma. El texto latino se compone -después del título: Crux
Sancti Patris Benedicti (C.S.P.B.) – de tres dísticos, que encierran una
invocación a la Santa Cruz, con el deseo suplicante de tenerla como guía y
apoyo, y la expresión del rechazo a Satanás, a quien se manda que se aparte –
con las palabras de Jesús, cuando fue tentado por él (Mt. 4,10) -, manifestando
que no va a escuchar sus sugerencias, pues es malo lo que ofrece. Es una
auténtica confesión de fe y de; amor a Cristo, y una renuncia al diablo.
La medalla tal como hoy la conocemos, se puede remontar al siglo XII o XIV o
quizá a época anterior y tiene su historia. En el siglo XVII, en Nattenberg de
Baviera, en un proceso contra unas mujeres acusadas de brujería, ellas
reconocieron que nunca habían podido influir malignamente contra el monasterio
benedictino de Metten porque estaba protegido por una cruz. Hechas, con
curiosidad, investigaciones sobre esa cruz, se encontró que en las tapias del
monasterio se hallaban pintadas varias cruces con unas siglas misteriores que
no supieron descifrar. Continuando la investigación entre los códices de la
antigua biblioteca del monasterio, se encontró la clave de las misteriosas
siglas en un libro miniado del siglo XIV. En efecto, entre las figuras aparece
una de san Benito alzando en su mano derecha una cruz que contenía parte del
texto que se encontraba sólo en sus letras iniciales en las astras cruzadas de
las cruces pintadas en las tapias del monasterio de Metten, y en la izquierda
portaba una banderola con la continuación del texto que completaba todas las
siglas hasta aquel momento misteriosas.
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